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Santidad, nos parece una palabra con una connotación utópica y atribuible a lo divino, sin embargo para quienes creen en Jesucristo, Santidad debiese reflejar: posibilidad y oportunidad. Jesús, hombre, nos entregó un nuevo evangelio y una nueva forma de valorar y desarrollar la palabra de Dios como viva. Santidad como posibilidad es que cada uno de nosotros podamos – con cada pequeño acto – acercarnos a Cristo. Santidad como oportunidad, nos permite brindar a otros, dicho acercamiento y, por ende, rencontrarnos.
Santidad es la praxis realizada por los santos, es decir, sus pensamientos, sentimientos, palabras, acción y, fundamentalmente, en sus convicciones, se ajustan a lo realizado por Jesucristo en la tierra. En mitad del siglo XX se manifestó con fuerza la posibilidad y oportunidad, evidenciándose en Alberto Hurtado.
Hurtado no sólo es un símbolo del catolicismo social chileno, si no que nos presenta un “lugar común” y, a la vez, la transparentación de la constante reactualización de la Santidad.
No se puede olvidar que el mismo mesías (Cristo) fue un personaje de temer, incomprendido y chocante para las personas que compartieron su existencia, es decir, un hereje. Si se recurre al diccionario y se busca la palabra herejía, se obtiene que ésta significa: “concepto controversial o novedoso en un sistema de creencias, especialmente religiosas, que entra en conflicto con el dogma establecido. Se diferencia de la apostasía, que es la renuncia formal o abandono de una religión, y la blasfemia, que es la injuria o irreverencia hacia la religión” . Según lo referido, no es de extrañar que la figura de Hurtado haya sido percibida, en su tiempo, como hereje, lo cual lo acerca más a la figura de Jesús.
Por todo lo referido, la película: “Crónicas de un hombre santo” ya no poseerá la lectura de imposibilidad o sacralización, si no más bien, de revisión de la Santidad, la cual, en Alberto Hurtado clamó por su ejecutividad y cercanía con el otro, sobre todo por el más desvalido.
Sin embargo, el reconocimiento de Hurtado está polarizado en el pasado y en el presente. En el pasado, la valoración de herejía está referida por las acciones que éste realizaba a favor de una iglesia presente. Actualmente, la herejía se construye a través del alejamiento de la figura y obra de Hurtado, lo cual se debe a los múltiples hechos noticiosos que la iglesia ha protagonizado con menores de edad. Se puede comprender, además, que la lejanía de las personas con Hurtado se debe a la construcción políticamente insípida. Dicha figura anodina es dable presumir que es para no incomodar al poder, trastocando su postura contestaría a una resignificación de caridad. Sin embargo, quienes lo amaron y aman es resultado por el reconocimiento de la Santidad flameante en el sacerdote.
La flama de Hurtado, además, tuvo que sortear la polarización entre conservadores y liberales. Los primeros identificados con una postura tradicionalista y, los segundos, más con una progresista. Dichas posiciones eran acérrimas enemigas, conllevando a la muerte de los simpatizantes por ambos bandos políticos.
Hurtado acusado de liberal es acorralado para ajustarse a los parámetros establecidos, lo cual era muy contrario “De las cosas nuevas” o Rerum novarum manifestado por el Papa León XIII. La encíclica manifesta – el Papa – su preocupación por las condiciones de las clases trabajadoras de la época (1891 – 1950 aproximadamente). Actualmente, Hurtado es acorralado por su Mercantilización, es decir, limitación de su Santidad al proceso de transformación de su figura como producto.
La mercantilización, como transacciones de mercancías comercializadas con fines de lucro, impacto fuertemente en la época del Padre Alberto Hurtado engrosando las filas de proletariados y obreros, los cuales poseyeron condiciones paupérrimas de subexistencia, cuyo eco no se manifestaba en las acciones tradicionales de la iglesia o el partido conservador.
La Santidad manifestada en Hurtado evidenciaba los problemas que no se querían observar y, mucho menos, responsabilizarse de éstos. La dureza de la disciplina laboral se impuso en búsqueda de la eficacia, donde el eje no es el trabajador sino la rentabilidad. La inseguridad y desprotección del obrero, en el cual no se perciben salarios por días en ausencia justificada y despido sin derechos. El trabajo infantil, el cual era desarrollado en labores riesgosas y mal remuneradas. Hurtado, se convierte en el denunciante de éstas y más situaciones vejatorias del prójimo. No obstante, a su lucha acérrima de las consecuencias de la mercantilización, ésta cobra vilmente una fuerte venganza en el Chile de hoy: trastocar el valor de Hurtado para convertirlo en objeto transable.
La transabilidad del objeto me hace dueño de éste, pero no implica un vínculo intra e intersubjetivo con éste. Hurtado como caridad de las monedas de pesos de los clientes de supermercados, cuyas cajeras estropean su organismo por no poder ir al baño las veces necesarias. Hurtado como promoción de las mismas cadenas de supermercados y, que sin embargo, son los clientes quienes entregan dicha donación. Hurtado como negocio, Hurtado invisibilizado por el mismo mecanismo que desea obtener rentabilidad de su imagen.
Con respecto a nuestra generación globalizada o nativo digitales se podría sostener que poco o nada saben de Alberto Hurtado. La virtualidad les ha proporcionado nuevas formas de relacionarse, conocer y valorar, sin embargo, poseen la complejidad que la red le proporciona una realidad que no siempre es verdadera. La generación de Hurtado, educada en los principios socialcristianos de la Rerum Novarum, formada en la Acción católica y la Liga Social, poseía preocupación social y, por ende, buscaban a Cristo en la calle. Dicha búsqueda de los jóvenes sólo es comparable con lo observado en los movimientos estudiantiles que demandaban una educación de calidad, en primera instancia, y gratuita como lema actual.
La figura insípida y mercantilizada de Hurtado se podría considerar como un ejemplo de virtualidad construida. En dicha imagen virtualizada es posible de obtener en Facebook como página de persona o como grupo cerrados. Se observa que en las páginas que contienen a Hurtado como persona, entregan frases célebres, pero no poseen lo vital que Hurtado entregaba al otro, un debate sobre los temas.

La virtualización de Alberto Hurtado posee seguidores, pero no posee diálogo. Hurtado 2.0 no posee vinculación profunda con su figura en las redes sociales. Hurtado 2.0 es trabajado como aplicación de frases célebres en las páginas personales que lo contienen como persona en Facebook. Considero que al ser ejecutada dicha acción podría responder la falta de una aplicación – en Facebook – de sus frases célebres. La mediatez transparenta a una Santidad Sacralizada y desconectada de las experiencias de sus seguidores.

El Padre Alberto Hurtado posee el incómodo silencio de su virtualización. Es de esperar que la Santidad aplicable se posesione como un requerimiento individual para el actual mundo globalizado, el cual evidencie a Hurtado más allá de la repetición sin sentido y descontextualizada de sus frases.
La Santidad, una vez más, deberá actualizarse ya sea en la misma figura del Padre Alberto Hurtado o en otra, pero con la compleja tarea de sufrir la reducción provocado por la mediatez y mercantilismo ofrecen para todo aquello que se quiere poseer, provocando un estado de alzheimer con el plano espiritual y social.
Como se observa, una vez más, el Padre Alberto Hurtado nos evidencia el estado actual de la sociedad chilena, pero su voz se torna como un siseo constante, necesario de transparentar para recobrar la posibilidad y oportunidad de ser.